Una historia de Lobezno
El viento se convierte en poderosos látigos que me azotan. Por la izquierda. Por la derecha. Por todos los rincones de mi cuerpo siento su furia como un grito. Por que el viento grita, me dice que no siga, que no de un paso más. Me grita para que dé marcha atrás y vuelva por donde he venido. Pero yo me niego a rendirme.
Frío, mucho frío.
Por cada metro que escalo mis pies y mis manos conocen una nueva piedra en la que sujetarme. Levanto la mirada y la cima parece alejarse, como si rechazara mi inevitable victoria. ¿Será que mi mente se nubla, que mi exaustivo esfuerzo ha hecho que delire?
Frío, mucho frío.
El cielo parece abrir sus puertas sólo para deslumbrarme. Cierro mis ojos tanto como puedo, lo suficiente como para seguir escalando sin que la fulgurante luz me cege. El viento vuelve a golpearme, empuja mi cuerpo contra una afilada roca y siento como por dentro me hago trizas. Grito, y por unos segundos mi soledad se rompe por el eco de mi dolor. Me detengo brevemente y el blanco de la nieve se tiñe de rojo. El rojo de mi sangre.
Frío, mucho frío.
Soy incapaz de recordar cuánto tiempo llevo aquí. ¿Minutos, días, horas? ¿Realmente está la cima tan cerca o sólo es parte de las falacias que veo a mi alrededor? Junto a mí se acerca un curioso ave, uno que soy incapaz de reconocer. Avanza sin dudar, mirándome fíjamente a los ojos, como si no me tuviese miedo, sólo curiosidad. Revolotea a mi alrededor abriendo sus alas. Su pico parece moverse. Y mi soledad se interrumpe por sus palabras.
- ¿Por qué has venido aquí, muchacho?- ¿Me estás hablando a mí? -le digo.
- ¿Eres gilipollas o qué? Pues claro que te hablo a ti. ¿A quién si no? Chico, no deberías de haber venido aquí.
- No voy a hacerte caso. Sólo eres un pajarraco.
- Ya, claro, pero soy el pajarraco de tu imaginación. Y si tú me has creado por algo será, ¿no?
- No encuentro ninguna razón. Ahora, lárgate.
- Creo que no lo acabas de entender. En tu mente las cosas son como tú quieres, pero imbécil de ti has venido aquí a arriesgar tu vida, y ahora mismo a tu cabeza le faltan algunos tornillos. Dicho esto no puedo evitar mencionar que tienes tan poca idea de aves que... joder, mírame, ¿qué puto ave soy yo?
- Uno muy feo. Lárgate si no quieres que te despedace.
- Ya, ya, sacarás esas cuchillas de afeitar y harás de mí tu cena, ¿verdad? Eso es lo que querrías, ¿eh? Tienes hambre, mucha hambre. Y el jodido frío de esta montaña te está destrozando, ¿eh, campeón? Pues entiéndelo: soy un puto ave sin sentido ni realismo, un maldito ave sacado de tu imaginación. Sayonara.
El pájaro se marcha y yo continúo mi escalada. Gracias a mi factor mutante, las heridas de mi cuerpo van cicacitrando poco a poco, pero el frío sigue penetrándome y hiriéndome por dentro. A veces tengo la sensación de que mi aliento es lo único que me recuerda que sigo vivo.Mis brazos y mis piernas parecen moverse por sistema, siento el dolor en todos mis miembros, pero sé que debo hacerlo. No estoy loco a pesar de que veo pájarracos que me hablan. No estoy loco aunque crea que Dios no quiere que lo consiga. Tengo un objetivo, una meta. No estoy aquí por gusto, sino por respeto. Y por amor.No sé cuándo, pero sí que he llegado. Mis pies se apoyan en el pico más alto del mundo, aquel que tantos otros buscaron y nunca lo consiguieron. Abro mi mochila y saco de ella una flor que dejo caer en la nieve. Cierro los ojos y pienso en ella. Pienso en todos los minutos que pasamos juntos, en los buenos momentos que compartimos. Pero mis recuerdos se turban cuando escucho un sonido, el de mi comunicador...
- ¿Logan? ¿Me escuchas?
- Perfectamente, Scott. Alto y claro.- ¿Lo has conseguido?
- Aquí estoy, en lo alto del Everest. Y la vista es increíble, por cierto. Ya he hecho todo lo que tenía que hacer, flacucho, así que podéis mover el culo para recogerme.
- Estaremos allí en un par de horas. ¿Podrás esperar?
- ¿Tú qué crees?
Scott Summers es buen tipo, pero a veces no ve más allá de mi fachada. El parecer un tipo duro es parte de mi encanto personal, pero hasta yo tengo mis sentimientos. No vine aquí por placer como él cree, sino para traerte tu flor favorita, Mariko. Te ganaste mi amor eterno y eso es imposible de superar. Quiero pensar que en este lugar hoy estoy un poco más cerca de ti y tú un poco más de mí. Sé que es una tontería, pero qué menos podía hacer en el día de tu aniversario que honrar tu recuerdo.
Actualización: Este relato fue recopilado en el AT Visions Especial Navidad 2005 que podréis encontrar en la sección Base Gamma dentro de Action Tales.
Raúl Peribáñez. Editor DC-AT entre otras cosas
(Post publicado el 24/11/2005)
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