Los cuatro criminales entraron en la enorme casa y en pocos minutos tenían controlados a todos los miembros de la familia. La madre y su hija de cinco años asustadas ambas y lloriqueando en la habitación de la pequeña mientras uno de los delincuentes las vigilaba. El hijo adolescente, inconsciente debido a un fuerte culatazo de una pistola y amordazado en su habitación y el padre con los tres restantes criminales. Le querían cerca, para poder abrir la caja fuerte. El golpe estaba perfectamente calculado y planeado...salvo por los bajos instintos de Roger Carmack, el criminal que estaba con la mujer y su hija.
Roger las miró y las dos feminas sintieron su avida mirada a través de la oscuridad de la habitación. Sus ojos azules las observaron por los agujeros de la mascara de payaso sonriente. Estaba pensando en la mujer, de edad madura pero con un buen cuerpo...se divertiría con ella y después iría a por la niña...para ella tenía preparado un festival de rojo. La ultima vez no había podido disfrutar de su presa, ya que la policía le pilló en el momento oortuno, pero en ese momento no había policias cerca y sus compañeros estaban distraidos desvalijando al dueño de la casa y por las pocas señales de vida que daban parecían estar bastante ocupados.
El delincuente salió de la habitación, sin dejar de apuntar con su pistola a la madre y su hija y miró la escalera que iba desde el piso de abajo al que él estaba, por si sus compañeros llegaban, pero la casa estaba en total silencio...quizás en demasiado silencio, pero...¿qué le importaba a él? Mejor, así.
Se addentró en la habitación y cerró la puerta tras de si, apuntó con la pistola directamente a la cabeza de la niña y pasó a la madre un rollo de cinta aislante y dos cuerdas. La mujer, llorando en silencio, tapó la boca de su hija y la suya propia con cinta aislante y ató a la niña. Después, el delincuente la ató a ella. La mujer cerró los ojos sabiendo lo que iba a pasar. Roger Carmack la abofeteó fuertemente y le colocó el arma en la frente. Quería que lo viera todo.
Dejó la pistola cerca de donde estaba y comenzò a bajarse los pantalones, cuando alguien golpeó en la puerta. Fueron dos toques fuertes, rapidos y seguidos. Roger dejó los pantalones donde estaban, agarró su pistola y abrió la puerta: no había nadie.
Miró a un lado y al otro del pasillo, salió a él alejandose unos metros de la habitación pero no vio nada, solo sombras y oscuridad. Volvió a la habitación y fue cuando lo vio, delante de sus presas.
Al principio no podía creer lo que era, pero a simple vista parecía un...murcielago enorme. Sombras sobre sombras, orejas puntiagudas, garras, las alas plegadas...y la cosa se dirigió hacia él.
Roger Cormack gritó com una niña y disparó varias veces sobre la criatura sin conseguir ningun resultado. Ni siiquiera llegó a pensar que ninguo de sus disparos le había alcanzado.
-¡Socorro!- se sorprendió Roger gritando mientras corría por el pasillo.
Se volvió paar ver a su perseguidor y un extraño objeto puntiguado le dio en plnea cara, rompiendole la nariz y haciendole caer por las escaleras. Cuando llegó al final, tenía dos costillas y un brazo fuera de su sitio. El dolor le invadía en intensas oleadas y entonces fue cuando supo lo que todas sus victimas menores de diez años habian sentido antes.
Las lagrimas le caían por las mejillas y la sangre se diluía en su paladar, cuando la criatura llegó dónde estaba y le miró fijamente a los ojos. Solo tuvo tiempo de gritar de terror y caer en una deliciosa incosnciencia antes de que las sombras que llevaba la criatura consigo se le tragaran. Entonces sintió el autentico terror de todas sus victimas.
Roger las miró y las dos feminas sintieron su avida mirada a través de la oscuridad de la habitación. Sus ojos azules las observaron por los agujeros de la mascara de payaso sonriente. Estaba pensando en la mujer, de edad madura pero con un buen cuerpo...se divertiría con ella y después iría a por la niña...para ella tenía preparado un festival de rojo. La ultima vez no había podido disfrutar de su presa, ya que la policía le pilló en el momento oortuno, pero en ese momento no había policias cerca y sus compañeros estaban distraidos desvalijando al dueño de la casa y por las pocas señales de vida que daban parecían estar bastante ocupados.
El delincuente salió de la habitación, sin dejar de apuntar con su pistola a la madre y su hija y miró la escalera que iba desde el piso de abajo al que él estaba, por si sus compañeros llegaban, pero la casa estaba en total silencio...quizás en demasiado silencio, pero...¿qué le importaba a él? Mejor, así.
Se addentró en la habitación y cerró la puerta tras de si, apuntó con la pistola directamente a la cabeza de la niña y pasó a la madre un rollo de cinta aislante y dos cuerdas. La mujer, llorando en silencio, tapó la boca de su hija y la suya propia con cinta aislante y ató a la niña. Después, el delincuente la ató a ella. La mujer cerró los ojos sabiendo lo que iba a pasar. Roger Carmack la abofeteó fuertemente y le colocó el arma en la frente. Quería que lo viera todo.
Dejó la pistola cerca de donde estaba y comenzò a bajarse los pantalones, cuando alguien golpeó en la puerta. Fueron dos toques fuertes, rapidos y seguidos. Roger dejó los pantalones donde estaban, agarró su pistola y abrió la puerta: no había nadie.
Miró a un lado y al otro del pasillo, salió a él alejandose unos metros de la habitación pero no vio nada, solo sombras y oscuridad. Volvió a la habitación y fue cuando lo vio, delante de sus presas.
Al principio no podía creer lo que era, pero a simple vista parecía un...murcielago enorme. Sombras sobre sombras, orejas puntiagudas, garras, las alas plegadas...y la cosa se dirigió hacia él.
Roger Cormack gritó com una niña y disparó varias veces sobre la criatura sin conseguir ningun resultado. Ni siiquiera llegó a pensar que ninguo de sus disparos le había alcanzado.
-¡Socorro!- se sorprendió Roger gritando mientras corría por el pasillo.
Se volvió paar ver a su perseguidor y un extraño objeto puntiguado le dio en plnea cara, rompiendole la nariz y haciendole caer por las escaleras. Cuando llegó al final, tenía dos costillas y un brazo fuera de su sitio. El dolor le invadía en intensas oleadas y entonces fue cuando supo lo que todas sus victimas menores de diez años habian sentido antes.
Las lagrimas le caían por las mejillas y la sangre se diluía en su paladar, cuando la criatura llegó dónde estaba y le miró fijamente a los ojos. Solo tuvo tiempo de gritar de terror y caer en una deliciosa incosnciencia antes de que las sombras que llevaba la criatura consigo se le tragaran. Entonces sintió el autentico terror de todas sus victimas.
4 comentarios :
¡Bienvenido al Universo DC, Stranger!
La historia está muy bien, y es tal y como deben ser este tipo de relatos: corta pero intensa.
Espero que no acabe aquí tu relación con los personajes DC y te animes a escribir alguna cosa más.
Un saludo.
Tu relato ya está en la sección Relatos cortos :-)
Muchas gracias por las corto-reseñas...ha estado guay (jo que palabro) trabajar a Batman...a ver si lo hago más a menudo por aqui :)
Hola!
Pues a mi tambien me ha gustado. Dentro de que la escena de batan sorprendiendo malhechores está bastante vista, es entretenido y se lee en un soplo. Que por cierto, espero seguir leyendo por aquí, y a ver si vuelvo yo a la pluma.
Un saludo.
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